lunes, 17 de abril de 2017

Receta de pencas de acelgas rebozadas, en homenaje a mi tío Manuel Martín Sanz, labrador


Esta receta la escribo en homenaje a mi tío Manuel Martín Sanz, hermano de mi madre Juana. Es labrador, de Orellana la Vieja (Badajoz), y siempre que voy allí, me vengo cargada de lo que tiene en ese momento de lo que da la tierra que él trabaja: garbanzos, melones, sandías, espinacas, acelgas, lechugas, aceitunas, huevos de las gallinas del huerto...

Y bien que me viene para aquí, para ir preparando las comidas, pero además, es que no sólo es lo que me da, que es muchísimo, sino lo que disfruta él dándomelo, mientras me explica como tengo que conservarlo: que no le de el sol, comeros esto primero, esto arréglalo así...

Él está muy agradecido a la tierra. Su vida es la tierra y su familia. Es un hombre del campo, muy trabajador.

Esta vez, mi tío me ha dado varios ramos de acelgas, lechugas y dos botes grandes de aceitunas machacadas -machás-, guisadas -allí se dice así, en vez de aliñadas-, por él.

Con las acelgas, corto las hojas para prepararlas hervidas con patatas y aceite, y los tallos blancos que quedan al quitar el verde, que son las pencas, los frío rebozados en huevo y harina.

La receta de las pencas rebozadas es bien sencilla:
Se lavan bien las pencas y se cortan en trozos más o menos iguales. En agua que las cubra, se hierven durante unos seis minutos, con sal y un poco de aceite de girasol. No han de hervir mucho para que no nos queden blandas. Mejor, ir pinchando con un tenedor para apreciar si ya han perdido la dureza. Se apartan del fuego y para quitarles el calor y que sigan cociéndose, se ponen en un escurridor y que les vaya cayendo agua fría.

Las secamos un poco con papel de cocina y les ponemos perejil y ajo picados.

En un plato, batimos un huevo o dos, según la cantidad de pencas que tengamos. En otro plato, harina.

Y ponemos al fuego la sartén con abundante aceite. Mientras el aceite se va calentando, vamos rebozando las pencas, pasándolas por el huevo y después por la harina, y las vamos friendo.

La harina frita les da a las pencas un crujiente muy bueno y el sabor... sorprende. Están muy buenas, y las disfrutamos más sabiendo que son de mi tío.

Mi madre Juana las preparaba también rebozadas, riquísimas, y las servía en salsa que preparaba con el agua de la cocción, y a base de un sofrito de ajo, perejil y tomate, y harina para espesar la salsa y que también pasaba por el sofrito.