martes, 22 de diciembre de 2015

Oplatek: Feliz Navidad y venturoso Año Santo de la Misericordia 2016, con el Alimento del Pan Vivo


En Polonia, antes de empezar la cena de Nochebuena, los miembros de la familia y amigos reunidos en torno a la mesa navideña toman oplatek, que es un trozo de la hostia no consagrada, como signo de comunión y pertenencia a Jesús -la Misericordia encarnada por nosotros-, y en alabanza y gracias a Dios que tanto nos ha amado y nos ama, que nos ha enviado a su Hijo para habitar entre nosotros para siempre y podamos participar de la vida de Dios.
Este trocito de pan ácimo que es el oplatek, es partido y repartido entre todos: toman todos del mismo pan. Es una tradición muy antigua y difundida, que yo he conocido por la polaca Santa Faustina Kowalska, mensajera de la Divina Misericordia, en su Diario.
El Papa San Juan Pablo II, también polaco, tomó y comió del oplatek en su casa natal de Wadowice, con su familia.



También nos habló de esta tradición Hanna, nuestra guía de la peregrinación que desde Albacete hicimos a Polonia, guiados por la Divina Misericordia, en el mes de agosto de este año de 2015.

Si yo viviese en Polonia, iría a mi parroquia a por oplatek y lo compartiría con todos, en este Año Santo de la Misericordia convocado por el Papa Francisco.

Lo comparto espiritualmente, con este artículo del Diario La Tribuna de Albacete, deseando una muy Feliz Navidad y un venturoso Año 2016, y que vivamos todos plenamente el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, en el que se están derramando abundantes gracias que proceden todas del Corazón Misericordioso de Jesús.

Porque como dice el Salmo: Vale más tu gracia, Dios mío, que la vida, queriendo decir que esta vida, sin la gracia de Dios, no es vida. Y se derrama abundantemente en los Sacramentos de la Reconciliación (perdón de los pecados), y de la Eucaristía, el Pan Vivo que se parte y se comparte para todos -Jesús mismo-.

Nadie tendría que pasar necesidad, no tendríamos que permitir que haya pobres ni gente sufriendo. Todos somos responsables los unos de los otros y responsables de la pobreza y de nuestra propia miseria.

A tiempo estamos de solucionarlo, cada cual en su lugar y en su entorno. Vivamos plenamente este Año Santo de la Misericordia.