sábado, 27 de abril de 2013

Guiso de carne, patatas y verduras

¡Qué bueno está el guiso de carne, patatas y verduras, que tanto nos recuerda a las comidas de casa cuando éramos niños!


Esta es una de las comidas más básicas de la cocina tradicional. Un plato de cuchara con un resultado excepcional. En mi casa lo llamábamos el guiso de las patatas gordas.

El secreto está en cómo cocinamos la carne: trozos de carne de cerdo, de segunda categoría, normalmente lo que ahora compramos como tacos de magro de cerdo, que para extraer de ellos su máximo sabor hay que cocinarlos a fuego lento, tapando la olla, para que se cuezan en su mismo jugo y queden tiernos, tiernos.

Podemos hacer este guiso en tres pasos:

1º.- Las verduras
 Preparamos un caldo de verduras, por ejemplo con estos ingredientes: 
> 2 zanahorias.
> 1 cebolla.
> Medio pimiento rojo.
> 1 calabacín.
> 1 puerro.

Lo partimos todo en trocitos y los freímos ligeramente en una base de aceite de oliva. Cuando veamos que ya están pochados, añadimos dos vasos de agua (medio litro) y dejamos hervir durante unos cinco minutos. Lo trituramos todo, y agregamos más agua, 1 litro más (cuatro vasos). Dejamos hervir otros cinco minutos.

2º.- La carne: Medio kilo de tacos de magro de cerdo... o más
Salpimentamos los tacos de carne, y los volcamos en una olla con una base de aceite de oliva que habremos calentado previamente. Añadimos 1 hoja de laurel.
Damos vueltas a la carne para evitar que se nos agarre al fondo. Y a fuego lento, con la olla tapada, cocinamos la carne en ese poco aceite. Veremos cómo los tacos van desprendiendo su jugo, formándose una espuma. Dejamos cocer unos diez minutos desde que vemos que se forma la espuma, y a continuación añadimos un vaso de agua. Otros diez minutos, aproximadamente, a fuego lento.
Y añadimos el caldo de verduras.

3º.- Las patatas y condimentos
Podemos hacer el guiso con 6 patatas medianas. 
Mientras la olla con la carne y el caldo de verduras está levantando a hervir, pelamos las patatas y las chascamos (partimos en trozos irregulares y grandes, con un corte y antes de llegar al final, desgarramos el trozo de la patata con un golpe de muñeca hacia arriba -chas-).
Volcamos los trozos de patata al conjunto. Y condimentamos con una cucharada de pimentón dulce, y una cucharadita de comino.
Y hasta que veamos que la patata está hecha, probándola o comprobando el grado de cocción pinchando un trozo con un tenedor.
Poco antes de terminar es el momento de probar el caldo, por si queremos añadir más sal.

domingo, 21 de abril de 2013

Cocina rápida: Pollo asado con su buen aliño

Esta receta de pollo al horno es bien sencilla. El secreto está en el aliño, a base de aceite de oliva, sal, pimienta negra, ajo picado y perejil. Sale buenísimo y mejor hacerlo con el pollo troceado, para que las piezas tomen bien el gusto de esta mezcla de condimentos y especias.


Extendemos mantequilla por la bandeja del horno, y ponemos las piezas (alas, muslos, contramuslos, pechuga).
Y preparamos el aliño. Para unas 10 piezas, nos viene bien esta cantidad:
* 200 gr. de aceite de oliva.
* 1 cuchara de sal.
* Media cuchara de pimienta negra.
* 4 cucharadas de perejil picado (si lo tenemos fresco, 4 ramas).
* 3 cucharadas de ajo picado (o tres dientes de ajo).

Mezclamos los componentes del aliño en la batidora, durante 1 minuto. Y lo vertemos sobre las piezas, recubriéndolas todas.
Y al horno: Lo precalentamos durante 10 minutos, a 200º, y seguidamente introducimos la bandeja, y situamos la temperatura a 180º-160º, durante media hora. A media cocción rociamos con un poquito de agua las piezas (medio vaso)

jueves, 18 de abril de 2013

El Pan de la Eucaristía y saber comer frutas: sus propiedades y beneficios

A propósito de mi artículo anterior, he recibido un correo de mi amiga Teresa Martínez con una receta muy buena para nuestra salud y bienestar en su sentido más amplio y completo, que es alimentarse del Pan de la Eucaristía, con lo que estoy de acuerdo al cien por cien.
 

A continuación, me envía una descripción de los beneficios que nos aportan las frutas y algunos consejos sobre cómo es mejor comerlas. También sobre el agua, que es preferible no tomarla fría durante las comidas, ni inmediatamente después.

Destaco aquí buena parte de esto que me envía Teresa, pues tiene razón: hay que saber lo que comemos y lo que es mejor.
 
Yo tengo una receta también muy buena y es alimentarse de la Eucaristía: 
En la Eucaristía yo saco las fuerzas para cada día.
Para más de un día no puedo, porque la vida es muy, muy complicada y no podemos con ella algunas veces, salvo si cada día te alimentas de la Eucaristía. 
La Eucaristía es recibir a Jesús. Tener su misma vida, hacer de Jesús el centro de tu vida, y las fuerzas y la esperanza para seguir viviendo.
Si no lo has descubierto, inténtalo, que es genial.
Que Jesús Eucaristía te acompañe siempre.
Un abrazo. Teresa.

Las frutas y las verduras nos protegen y cuidan del buen funcionamiento de nuestras células. Añado el limón que es anticanceroso y cura y protege de las infecciones.

Saber comer frutas: todos pensamos que comer frutas tan sólo significa comprarlas, cortarlas y comerlas. No es tan fácil como se piensa. Es importante saber cuándo y cómo comerlas. La manera correcta de comer las frutas es no comerlas después de las comidas. Las frutas se deben tomar con el estómago vacío. Así nos proveerán de energía, y nos ayudarán con la pérdida de peso y en las actividades cotidianas. 
Comer una fruta entera es mejor que tomar su zumo o jugo. De tomar el zumo, es recomendable beberlo lentamente, poco a poco, para mezclarlo con la saliva antes de tragarlo.

Kiwi: Buena fuente de potasio, de magnesio, vitamina E y fibra. Su contenido de vitamina C es dos veces mayor que el de una naranja.

Manzana: Una manzana al día aleja al médico de tu vida. Aunque una manzana tiene un contenido bajo de vitamina C, contienen los antioxidantes que aumentan la actividad de esta vitamina de modo tal que ayuda a bajar los riesgos de cáncer de colon, ataque del corazón y paro cardíaco.

Fresa: fruta protectora. Las fresas tienen la energía antioxidante más alta entre las frutas consideradas más importantes, y protegen de la obstrucción de los vasos sanguíneos. 
 

Naranja: La medicina más dulce. Consumir de dos a cuatro naranjas al día puede ayudar a mantenernos lejos de los resfriados y a bajar el nivel de colesterol. Previene y disuelve las piedras que puedan haberse formado en los riñones y contribuye a disminuir el riesgo de cáncer de colon.


Sandía: El extintor más fresco para apagar la sed. Compuesta de un 92% de agua, también posee una tremenda dosis de glutatión, que ayuda a fortalecer nuestro sistema inmune. Es también la fuente principal de licopeno, y entre sus nutrientes, la vitamina C y el potasio.

Guayaba y papaya: Estas frutas son grandes portadoras de vitamina C. La guayaba es también muy rica en fibra, lo que ayuda a prevenir el estreñimiento. La papaya es muy rica en caroteno, lo que es excelente para nuestros ojos. 


Por último, no es recomendable beber agua fría durante una comida o inmediatamente después. Solidifica la materia aceitosa que se acaba de consumir y retrasa la digestión y en general afecta a la absorción de los nutrientes por el intestino delgado. Es mejor tomar una sopa calentita o un vaso con agua caliente después de comer.

viernes, 12 de abril de 2013

El milagro de la multiplicación de los panes y los peces, por obra de una mano humana

La multiplicación de los panes y los peces es uno de los milagros de Jesús, -relatado y documentado en los cuatro Evangelios-, quien, con una pequeñísima cantidad de alimento fue capaz de dar de comer a toda una multitud.


Precisamente hoy, viernes de la segunda semana de Pascua, leemos y recordamos este milagro en el Evangelio de San Juan, 6, 1-15 http://evangeliodeldia.org/M/SP/ del que resulta muy interesante destacar la metodología que siguió Jesús: "Cristo no alimentó a la multitud sin el instrumento humano; el pan no bajó del cielo como maná, sino por obra y caridad de una mano humana" (Buttrick, 431). Cristo toma nuestra contribución, por modesta que sea, y la hace suficiente.
Jesús, a menudo, toma lo que le traemos y lo multiplica. Cuando Moisés insistió que necesitaba una señal para llevar con él, Dios le pidió lo que ya tenía en la mano y lo transformó (Éxodo, 4, 1-3).
En esta misma línea de que Jesús se vale de lo que tenemos y le traemos,  leemos hoy en el Evangelio del Día, un comentario del Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI, Papa emérito), escrito en 1969, que empieza así:
"En el pan de la eucaristía recibimos la multiplicación infatigable de los panes del amor de Jesucristo, que es tan rico como para saciar el hambre por los siglos, y que busca ponernos, a nosotros mismos, al servicio de esta multiplicación de panes. Algunos panes de nuestra vida podrían parecer inútiles, pero el Señor los necesita y los pide".
Vivimos en un mundo donde el hambre y otras calamidades continúan siendo una cruenta realidad, y rezamos para que Jesús haga algo. "Dadles vosotros de comer", nos responde Él,  instantes antes de hacer el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, en el Evangelio de San Mateo 14, 16. La Iglesia cumple con este reto todos los días, proveyendo comida, ropa, alimento, alojamiento, cuidado médico... Para nosotros, cristianos y para toda persona de buena voluntad, es un reto diario.
En la imagen, lienzo de Francisco Goya, la multiplicación de los panes y los peces, en el Oratorio de la Santa Cueva, Cádiz (España).

sábado, 6 de abril de 2013

Cocina rápida: Sandwich de morcilla de cebolla y huevo frito

Este sandwich es de tres pisos, ni más ni menos. Está buenísimo, con morcillita frita extendida por el pan y un buen huevo frito.



Por persona, necesitamos tres rebanadas de pan de molde, morcilla de cebolla (una porción de unos 8 a 10 cm. de largo), y un huevo.

Primero, tostamos el pan, en tostadora o en el horno (si es horno, tendremos que dar la vuelta a las rebanadas para que queden crujientes por ambas caras).

A continuación, ponemos en la sartén aceite de oliva, (de cantidad, dedo y medio como mucho, para que cubra la morcilla hasta la mitad). Cuando veamos que esté caliente, a fuego lento, freímos la morcilla, mientras la vamos moviendo vuelta y vuelta, durante un minuto y medio, no mucho más.
Apartamos la morcilla y el mismo aceite, limpiándolo antes con la espumadera por si ha quedado algún resto, freímos el huevo, de forma que nos quede la clara bien grande , y la yema, para mojar pan.

Y ahora, a montar el sandwich
En la rebanada de abajo, extendemos la morcilla.
Tapamos con la segunda rebanada, y encima, ponemos el huevo frito.
Y cubrimos con la tercera, haciendo con la punta del cuchillo una circunferencia en el pan, para que aparezca por él la yema del huevo. El círculo del pan lo servimos junto con el sandwich.
Si untamos una de las rebanadas con mantequilla (la de arriba), le daremos a este sandwich ese sabor tan especial que recuerda a las tostadas de cafetería y un aspecto brillante más estétito y apetitoso.